Festival de Margarita se dedicó a la magia del sonido
Las comunidades tomaron conciencia del elemento sonoro comprendiendo la cosmogonía en los procesos de la realización fílmica, asimismo se impartieron conceptos básicos y soluciones al enfrentar proyectos fílmicos
El Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño rompe desgastados moldes con propósitos excluyentes y se erige como un destino cultural ineludible para todos aquellos que gusten sumergirse en una experiencia enriquecedora. En esta sexta edición se consolida su misión de acercar el cine a las comunidades a través de exhibiciones cinematográficas y actividades de formación como talleres gratuitos, impartidos por importantes y destacadas figuras de nuestra cinematografía.
Desde el 11 hasta 14 de octubre, los espacios comunitarios Loma de Guerra, en Antolín del Campo; la sala Comunitaria Francisco Fajardo, en San Antonio; y la Casa de la Cultura Manuel Plácido Maneiro de Pampatar, dedicaron sus espacios a la magia del sonido, con talleres ofrecidos por Frank Rojas, Carlos Bolívar y Josué Saavedra; reconocidos sonidistas de nuestro cine venezolano, hombres que han dedicado su vida a este arte, uno de los pilares fundamentales en toda obra audiovisual.
Estas esferas de formación son parte de un proceso mantenido y sostenido desde la Plataforma del Cine y Medios Audiovisuales en aras de fortalecer el aprendizaje en todo lo referente a la producción cinematográfica, y se constituyen como núcleos propicios para el acercamiento a una disciplina compleja y a veces subestimada en la creación audiovisual en general. Los tres talleres fueron ofrecidos a 15 alumnos oriundos de las distintas comunidades de Nueva Esparta, abarcando fundamentos como historia del sonido en el cine, fases de la producción cinematográfica, preproducción, rodaje y postproducción; foleys, mezcla, edición y la influencia del sonido en el lenguaje cinematográfico, con la finalidad de brindar herramientas y recursos a los entusiastas que les facilite la creación de proyectos en el futuro.
La democratización tecnológica en la era digital ha permitido que más personas se incorporen a la creación cinematográfica. Hoy en día es más accesible adquirir cámaras y computadoras para la edición de imagen y es habitual que los procesos se enfoquen en lo visual olvidando el audio como recurso de comunicación y ambientación para la consolidación de la idea del cineasta a través de su manipulación y ejecución. La mayoría de las ocasiones se obtienen trabajos con gran potencial y que luego son estigmatizados por carecer de calidad de sonido, derrumbando el esfuerzo de todos los que participaron en un proyecto audiovisual común.
Estos talleres contribuyen a que los apasionados tomen conciencia del elemento sonoro ampliando la cosmogonía en los procesos de la realización fílmica, y sin lugar a dudas reducen la brecha informativa y la atmósfera de desconocimiento de un oficio que incluso es castigado por la subestimación. Carlos Bolívar, sonidista venezolano con amplia trayectoria, quien ha dado sus aportes a películas como: Princesas rojas, de Laura Astorga; Memorias de un soldado, de Caupolicán Ovalles; y Cangrejo II, de Román Chalbaud, entre otras; destaca las debilidades que tiene el oficio sonoro en individuos que se incorporan a la realización de piezas en video, y entiende la necesidad de continuar con centros de formación en aras de mejorar las condiciones vocacionales de los futuros artistas del sonido: “Es excelente que el festival haya dado un paso adelante en este aspecto. Es una concientización de que las personas comprendan que debe haber un proceso que les lleve hacer un buen sonido. En este primer encuentro ya se contempla una planificación para que se realicen actividades más extensas y más rigurosas a través del Laboratorio del Cine y el Audiovisual del Cnac, que incluirán no solo el tema del sonido sino la realización en general como la fotografía, cámara y vestuario”.
El sonido también es un arte
Josué Saavedra participó en el clásico venezolano La oveja negra; de Román Chalbaud y ahora realiza el sonido de la próxima película de Villa del Cine La planta insolente, del mismo director; y expone su satisfacción al ver el auge en la realización audiovisual que se extiende en todo el territorio del país pero; subraya que existe muy poco interés por la dedicación a la grabación de campo y edición sonora, un rubro que necesita mayor atención y que solo puede lograrse con el estímulo y esclarecimiento de esta labor en el país, ya que es un arte que funciona para comunicar y ambientar con propósitos de cautivar a las audiencias: “Estoy gratamente sorprendido como en el interior de nuestra República están trabajando en la cinematografía. Me motiva que esas personas necesiten mejorar sus condiciones de trabajo en busca de la excelencia dentro de la realización de películas y documentales. Sin embargo, todavía existen muy pocos apasionados por este oficio. Debemos crear una conciencia sonora para que todos entiendan que los proyectos no son solo visuales sino audiovisuales. Mientras demos a conocer nuestra disciplina surgirán más personas que entiendan que el sonido es un arte también, con características y bondades creativas como el de la imagen”.
Frank Rojas, realizó el sonido de importantes películas nacionales como La hora cero, de Diego Velasco; Cenizas eternas, de Margarita Cadenas; y Azul y no tan rosa, entre otras no menos importantes. En relación a las iniciativas trazadas por la Plataforma del Cine y Medios Audiovisuales en materia de formación, Rojas,- expuso su bienestar al formar parte de estas actividades que se erigen como un elemento clave para el desarrollo de las distintas áreas que abarcan la producción cinematográfica: “La plataforma cinematográfica nacional se dedicó a promocionar y promover los movimientos regionales audiovisuales. Estamos apoyando estas necesidades e inquietudes”. Rojas, también resaltó el entusiasmo de las comunidades por querer hacer cine, lo que le inspiró a brindarles apoyo y cubrir sus inquietudes artísticas: “Hay mucha gente en las regiones con ganas de hacer cine, y por mucho tiempo no les llegó una oportunidad para realizar ejercicios con sus manifestaciones creativas. Facilitarle a ellos la posibilidad de que obtengan recursos técnicos y herramientas para que manifiesten sus ideas es un gran placer para mí”.
Comunidades agradecidas
Jaime Marín, oriundo de Margarita, representante de la Red Estadal Audiovisual de Nueva Esparta aplaude estas actividades por ser focos para el incentivo y desarrollo artístico, siendo una recurso para los habitantes de las comunidades de la isla que no pueden trasladarse a ciudades como Caracas para estudiar, asimismo destacó la actuación de los talleristas quienes cuentan con una gran trayectoria en la realización de películas nacionales: “Esta iniciativa es una alternativa para los isleños que les gusta el cine y quieren hacer trabajos audiovisuales. Este taller ha sido fabuloso contando en mi caso, con un gran profesional como Frank Rojas al que le agradezco mucho. Como bolivariano que me siento es un orgullo poder contar con estas actividades; estos talleres deben continuar, no solo de sonido, sino de cámara, dirección o artes. Margarita lo necesita”.
Los trabajadores y colaboradores del festival también pudieron beneficiarse de estas acciones, tal es el caso de Irán Pérez, trabajador en la Gerencia de Desarrollo Cinematográfico del Cnac, quien también forma parte del personal de apoyo del festival de margarita y que siente el festival como un evento multifacético hacedor del despertar cultural integrador: “El festival de cine no solamente se centra en el marco de las exhibiciones de películas sino de toda la formación del audiovisual en Venezuela, a través de talleres con participación de las comunidades. Es la comprensión de la experiencia audiovisual como un elemento cultural integral e integrador”.
El festival de cine está dedicado a las comunidades y cumplió su cometido incorporando más y más personas a la sensibilidad para la creación de cultura, cumpliendo seis ediciones con un significativo número de actividades, comprendidas en proyecciones cinematográficas gratuitas y talleres de formación que alcanzaron lejanas comunidades de la región insular. En este sentido, Margarita se consolida como epicentro para la educación en el renglón cine, dibujando el camino que transitarán los sonidistas del futuro.
Un poco de historia
La primera vez en la historia que se usó el sonido en una película fue en el El cantor de Jazz de Alan Crosland en el año 1927. Fue la primera obra fílmica que incorporó diálogos a través de un primitivo sistema de sonido que consistía en un tocadiscos coordinado con el proyector de cine llamado Vitaphone, después de este acontecimiento el cine cambió para siempre.
Varias décadas han transcurrido hasta la actualidad donde la creación de sistemas de computación basados en códigos binarios da pie a la elaboración del software abriendo el paso a la era digital, momento que se tradujo en una democratización evidente que permitió la generación de diversas manifestaciones audiovisuales en todo el mundo.