¿Cine político o la política en el cine?
Hace algunos días el escritor Luis Britto García citaba una bellísima película: «Milagro en Milán» de Vittorio De Sica, neorrealismo italiano, relacionándola con la contienda que vive el país. Pensamos entonces también en esa otra gran obra de arte que es: «Ladrón de bicicletas», del mismo realizador, y la volvimos a ver, reviviendo ese bello mosaico, que a través de un relato sencillo y profundo a la vez, nos pone en contacto con la sensibilidad social y la realidad de un entorno tan humilde como trágico.
Se ha suscitado una discusión entre los cineastas acerca de lo que es el cine «político», o «no político», acerca de lo cual pensamos debe producirse una reflexión menos superficial.
El término /política/ etimológicamente nos viene de los griegos, Aristóteles y Platón hablan en sus obras ubicándolo, en esencia como concerniente a la idea de convivencia en colectivo. En un sentido amplio:» toda participación en la formación de la voluntad común tendiente a lograr un bienestar social, es ejercicio de actividad política».
La adjetivación del término sufre considerablemente de múltiples matices según la perspectiva de quien le utilice y el contexto de su ubicación. Toda expresión de lo humano que concierne al colectivo en su definición es política. Etiquetar de /político/ a un film y a otros no, es un acto arbitrario, si consideramos que detrás de toda creación humana hay un acto de pensamiento, un sujeto (o más) que produce un mensaje, y un gesto de interpretación o de toma de posición frente a algo que siempre comprenderá lo social, aun cuando no sea ese el objetivo consciente del gesto creador.
En las carteleras cinematográficas en Venezuela se ha mantenido por unas cuantas semanas una comedia norteamericana titulada: «Un golpe con estilo» dirigida por Zach Braff y protagonizada por Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin. La trama cuenta la historia de tres jubilados, tercera edad, quienes se quedan sin sus pensiones dado que estás les son eliminadas al absorber el banco el fondo de pensiones, haciéndolos víctimas del «sistema corporativo». Desesperados ante la absoluta debacle económica deciden: Robar el banco, una acción totalmente ajena a las vidas que han llevado hasta ese momento.
El riesgo que corren, lleno de incidencias peligrosas y su correspondiente final señalan a esta película como un film crítico, que está planteando una grave problemática que afecta a grandes sectores de población en el mundo, sin dejar de ser una buena comedia, donde se incluyen otros temas de la cotidianidad vivida por los personajes.
Si recordamos la película de Carlos Caridad «Tres bellezas», es un documento crítico que pone en evidencia los entretelones de los concursos de belleza en Venezuela, a partir de la obsesión de una madre con esos concursos y las consecuencias en la vida de sus hijas, y el espectador de la historia saca conclusiones al respecto, definiendo su postura ante el film y su planteamiento.
El cine de ese gran maestro que es el japonés Akiro Kurosawa nos deja reflexiones ineludibles , al profundizar en películas como: «Vivir», donde presenciamos la reacción de un hombre, a quien una enfermedad le anuncia la proximidad de su muerte, y al revisar la vida que lleva en una oficina como funcionario de gobierno, ignorando quejas de la comunidad, rodeado de papeles a los que no da repuesta, gente que viene en colectivo a poner quejas sin ser escuchados la conciencia de su cercano final le lleva a escoger la solicitud de un grupo de ciudadanos pidiendo un parque para los niños, y decide entonces dedicar lo que le queda de vida a luchar por eso, para sentirse útil en el cierre de su existencia. La película es un documento contundente con relación a la crítica al burocratismo. Y la escena final es maestra con el personaje solitario meciéndose en un columpio en el parque, que está por ser inaugurado. ¿Es una película política?
«El enemigo», film de Luis Alberto Lamata, toca un problema ético de primera línea. El fiscal ha enseñado siempre a su hija que: -si actúas como el enemigo, eres el enemigo. Ella es universitaria, estudiante de derecho y las premisas de su padre tienen primera línea en la definición de su perspectiva ética. Pero la muchacha es víctima de una circunstancia inesperada en la cual recibirá un tiro que la acerca a la muerte, y el padre recurre a sicarios para que asesinen al victimario. La joven, quien ha sobrevivido y retomado su vida, descubre la acción del padre y el conflicto estalla. El mensaje político es una premisa filosófica de evidente enunciación.
La película francesa «Amour», escrita y dirigida por Michael Haneke, nos cuenta la historia de una pareja: Georges y Anne, profesores de música jubilados, ella comienza a tener episodios catatónicos, perdiendo la memoria y la conciencia. Lo que transforma progresivamente las vidas de ambos. Anne es operada pero no tiene éxito el procedimiento y se paraliza el lado derecho de su cuerpo. Empieza entonces a empeorar la circunstancia, George, su marido por tantos años, la cuida con manifiesto amor, y vemos cómo avanza una situación muy dolorosa donde ella, en momentos de conciencia, manifiesta su rechazo a vivir el progreso de la enfermedad. Él y ella viven la angustia de saber que el final se aproxima y ella ya no quiere ver a nadie. Las circunstancias son cada vez más difíciles y angustiosas para ambos. George vive para Anne, en función de su amor.
Esta dolorosa historia nos conecta con la discusión generada en muchos países con relación a las leyes de la eutanasia. El tema del derecho a elegir. El paciente y el poder sobre nuestra vida y muerte. La iglesia tiene una opinión, el Estado otra ¿es por tanto un film político? ¿Es una película sobre el amor? ¿o ambas cosas?
Y ¿»Azul y no tan rosa» de Miguel Ferrari? La homofobia, el rechazo social prejuicioso a la diversidad sexual, donde se nos cuenta la expectativa de un fotógrafo gay, quien deberá encargarse de su hijo adolescente, a quien no ha visto crecer y desconoce, una serie de incidencias se cruzan, y progresivamente ese difícil trance se encamina bien y padre e hijo sortean una buena relación. ¿No hay una toma de posición en el film, frente a una situación de orden social importante?
«El olor de la papaya verde» es una película vietnamita del realizador Tran Anh Hung, cuenta la historia de una niña que entra a trabajar como sirvienta en una casa de familia. En ese grupo familiar ha muerto una niña, y la abuela, madre del hombre de la casa, hostiga a la nuera porque considera no hace feliz a su hijo, él, por su parte, se ausenta con frecuencia y se mantiene más bien indiferente hacia la problemática familiar, la madre-esposa mantiene los gastos con una mercería a su cargo, que ella atiende en la misma casa. Mui, la niña sirvienta, crece y se convierte en mujer, trabajando allí, es despedida al asumir la conducción del hogar el mayor de los hijos y es su mujer quien despide a Mui, quien termina trabajando en la casa de un vecino, dedicado a la música. Progresivamente y de manera natural, se acerca sentimentalmente a la muchacha, y en ese proceso la enseña a leer y escribir, estableciendo con ella una hermosa relación. Son varias las perspectivas del relato, en el que la paciencia y el comprensivo carácter de la protagonista, producen el sentido esencial. Vivimos a través del film una noción de lo femenino que abarca muchos significados, representados por las distintas mujeres, pero Mui integra en sí misma la esencia. Se confronta también una imagen contrastante entre la cultura occidental y el mundo oriental vietnamita, pero hasta en eso Mui es capaz de «tomar lo que le sirve», sin afectar su naturaleza, y un enunciado leído por ella, al final del film, parece confirmar el sentido global de la película: «Aunque el cerezo sea azotado por los elementos siempre seguirá manteniendo su forma inicial». ¿Hay un sentido político en su significado?
La cinta colombo-venezolana «El abrazo de la serpiente», de Ciro Guerra, cuenta dos historias que tienen como centro a la figura del cacique Karamakate, un símbolo de los chamanes amazónicos, se trata de dos épocas muy distintas y en cada una un científico occidental quiere encontrar la planta de yakruna, una hierba sagrada con poderes especiales. Este conocimiento ancestral es un tesoro de Karamakate, quien desea proteger la cultura de su tribu. Él es el centro del film, como cree haberse equivocado en la primera circunstancia con el mismo propósito, en el segundo viaje Karamakate necesita transmitir su conocimiento al científico, (lo que no hizo antes).
La película pone en juego el contraste de las culturas y enaltece los principios culturales del chamán, haciendo crítica de la iglesia católica y sus métodos a través de la acción de los misioneros con los niños indígenas. La complejidad del film ¿hace una película política?
¿Y qué decir de «La Oveja negra», de Román Chalbaud, «Una casa con vista al mar» de Alberto Arvelo, «Pelo malo» de Mariana Rondón, «Desde allá» de Lorenzo Vigas, «Soy un delincuente» de Clemente de la Cerda, «Más vivos que nunca» de Alfredo Anzola, «El manzano azul» de Olegario Barrera, «Adiós Miami» o «País portátil» de Antonio Llerandi, «Macu,la mujer del policía» de Solveig Hoogesteijn,»Punto y raya» de Elia Schneider, «Una casa pa´ maita» de Eduardo Barberena, «Piedra, papel o tijera» de Hernán Jabes, «El rumor de las piedras» de Alejandro Bellame, «Juan Topocho» o «Muerte en alto contraste» de César Bolívar, y tantas más? ¿Son o no cine político?
O, ¿cómo decían las feministas radicales en su consigna de los años 70: «lo personal es político»? A ellas corresponde el mérito y usted, lector, saque conclusiones.
Laura Antillano